La joven de 21 años acudió con dolores de parto al Hospital Granaderos a Caballos donde pensaba tener a su bebé pero fue derivada al Hospital Italiano de Rosario. Denunció que en el nosocomio sufrió maltratos reiterados y desatención por parte de los profesionales. Milton, su bebé, fue diagnosticado con parálisis cerebral a los dos meses y medio. Según reflexionó la mamá, se debió a la falta de oxígeno provocado por la demora en el parto. Hoy decidió denunciar públicamente violencia obstétrica y contar su testimonio.
Nair Narváez, es una joven de 21 años, oriunda de Oliveros que desde hace seis años vive Timbúes con su pareja. Milton es su primer bebé, quien lucha por su vida con importantes avances en los ultimos meses. Pero profundamente la mujer sabe que lo sucedido al momento de su parto fue crucial para las complicaciones en la salud del pequeño.
La mamá ingresó al Hospital Italiano el pasado el mediodía del 12 de junio, aunque durante su embarazo se realizó los controles en el SAMCo de Timbúes y en el Hospital Granaderos a Caballos de San Lorenzo, donde pensaba parir. Pero un cambio administrativo por la obra social de su papá determinó que la deriven hacia Rosario. “Cuando llegué estaba con un centímetro de dilatación”, le confió a IRE. Al ser de Timbúes, le acondicionaron una habitación para que no tenga que trasladarse.
En esas horas, según comentó Nair, comenzó a padecer distintos malestares y sostuvo: “Venían cada una o dos horas a verme y a revisarme, hasta las 4 de la mañana. Yo solo estaba con 2, casi 3 centímetros de dilatación. Fue muy feo estar tantas horas. No me dejaban comer nada y por tanto tacto me habían lastimado, me asuste porque perdí algo de sangre. Solo me trajeron una taza de mate cosido con cuatro masitas. Jamás me pusieron goteo”.
Precupada a causa de los dolores, la joven rompió en llanto. “Ahí entró la peor persona que vi en mi vida, Silvina, que me vio y con tono prepotente solo me dijo: «lo que vos tenes es dolor de cama». Conmigo estaba mi marido y mi mamá. Ellos le explicaron desde hacía cuánto tiempo estaba. Me volvió a hacer tacto. Ya me dolía mucho y tenía cinco centímetros nada más”.
Los dolores siguieron, los médicos continuaron con los controles, chequeando los latidos del bebé, hasta que comenzaron las contracciones. “Recién ahora empezaste en trabajo de parto, tanto dolor es normal. Ahora sí te creemos”, recordó que sentenció la profesional. Y añadió: “Pasó una hora más y pedí a gritos que llamen a esta señora para que me revise. Otra vez volvió a venir ella y otro chico que me revisó y no me supo decir cuánto tenía de dilatación, lo último que me dijeron es que tenía seis nada más. Solo escuche que ya estaba para pujar”.
Milton estaba llegando, entonces “decidieron romperme la bolsa”. Describió que “el dolor era insoportable. Dijeron que una cesárea no era necesario. Estaba muy nerviosa, mi mamá y mi pareja trataban de tranquilizarme. Pujé muy fuerte en la misma cama de donde me habían dejado todo el día”. Luego, la derivaron hacia la sala de parto: “Después de una hora, según ellos, el bebé se encajó. Ya había bajado así que estaba lista para ir a sala de parto”. Tal como describió en la sala se encontraban unos 15 estudiantes y tres parteros. Allí pasó otras dos horas. “Me acostaron y, mientras me sostenían los brazos, una de las ginecólogas se me subía encima y apoyaba todo el peso de su cuerpo en mi panza, empujando a mi bebé para que salga. Hacían que yo ponga mi pera en el pecho tome aire y puje”, relató Nair.
En ese mismo sentido, añadió: “Se cansaron de decirme que pujaba mal y amenazaron con que si yo no lo hacía bien iban a usar fórceps. Se le veía un poco su cabeza, pero no podía salir. Me pedían que respire, pero entre en un estado de nerviosismo que no me podía controlar y les pedía que me ayuden. Sentía que me rendía”.
Agobiada confesó: “Ya no podía más. Me sentía desvanecida. Vi todo negro y escuché gritos y festejos. Cuando abrí los ojos, vi a mi bebé en mi pecho. No entendía nada, pero me acuerdo que cuando lo quiero levantar para verle la cara me lo arrebataron de las manos. Yo no lo escuche llorar. Le pedí a mi marido que vaya por él, que lo busque y me dijo que me tranquilicé”.
Luego, siguió: “Mientras me estaban cosiendo, vino una de las parteras. Su cara me lo decía todo. Vi sus lagrimas caer. Solo le pregunté mi bebé estaba bien y me respondió que no. Me paralice. Cuando terminaron de hacerme los 15 puntos me trasladaron y me confirmaron que a Milton (el bebé) le dio un paro cardiorespiratorio. Que iba a estar con respirador y no lo podía ver por el momento. También, que había sido reanimado pero que no sabían cuánto podría llegar a aguantar”.
Ahí comenzó la segunda parte de lo peor: “Pude conocer a mi hijo a las seis de la tarde (Milton nació el 13 de junio a las 12.30 del mediodía y pesó 3.659 kilos) pero ni siquiera lo pude tocar estaba dormido lleno de cables con respirador. Estaba morado, frío, y yo destrozada sin saber que hacer”. Los horarios de neo son cada tres horas, pero ella iba cada hora. Hasta entonces había tenido un embarazo sin complicaciones.
Recordando lo sucedido, recien pudiendo entender cada situación, la joven ahondó: “Esta señora Silvina iba todos los días a la neo y a la pieza donde estaba yo a “vernos”, lo hacia porque sabia que se habían equivocado. Pero después del parto no quería hablar con ella, solo que venía a ver mis puntos y tenia que dejarla. Yo de verdad estaba mal y me acuerdo que me daban calmante diciendo que eran diclofenac para el dolor. Estaba destrozada me hicieron 15 puntos, mi mamá cada ves que me curaba lloraba al verme como me habían dejado, estuve internada una semana hasta que tuve que salir, no podía ni caminar. Resulta que además no me cosió bien y se me saltaron dos puntos. También se me inflamo todo”.
“Me dieron de alta pero mi bebe seguía internado en neo”, avanzó y describió: “Sus pronósticos eran favorables pero el no despertaba se fue liberando de muchas cosas salio del respirador y le sacaban de a poco medicamentos, cables. Él seguía respondiendo bien a todo. Yo estaba ansiosa por que se despierte y preguntaba cuando iba a pasar y me decían que no sabían. Y que por causas de su complicación en el parto no sabían que iba a pasar con él”.
Tiempo después, fueron derivados al Sanatorio Laprida donde hubo sucesivos partes desalentadores. A los dos meses y medio le pusieron un botón gástrico. Y cómo Milton ya era grande para la neo los pasaron a una sala en ese sanatorio. Luego sufrió neumonía y volvieron al Hospital Italiano a terapia intensiva. “Tuvo muchas recaídas, estuvimos tres meses en esa terapia. Yo todo el tiempo con él, fue muy difícil pero después de todo acá estamos ya hace un mes en casa. Remandola mucho renegando con la obra social y los insumos que mi bebé necesita”, expresó.
Guerrera, con descripciones médicas de memoria, buscandole la vuelta a todo, la mamá dijo: “No sabemos que va a pasar con nuestro bebé, lo que sabemos es que lo amamos y disfrutamos cada día”. Y culminó: “No quiero que le pase algo asi a alguien más, a ninguna mamá ni a ningún bebé, no fue justo no merecíamos tanto maltratrato”.