El Domingo de Pascua, también conocido como Domingo de Resurrección, representa el pilar central de la fe cristiana: la resurrección de Jesús. Esta celebración tiene lugar tres días después del Viernes Santo, cuando se recuerda la crucifixión de Cristo, y marca el fin del luto y el comienzo de la alegría por el cumplimiento de la promesa divina. Para los creyentes, se trata de una fecha de esperanza, renovación y vida eterna.
Según los relatos del Nuevo Testamento, Jesús resucitó al tercer día de su muerte, cumpliendo con las escrituras y demostrando su condición divina como hijo de Dios. Este milagro, considerado la victoria sobre la muerte y el pecado, es el fundamento de la fe cristiana. Por eso, el Domingo de Pascua no es solo una celebración religiosa, sino también un símbolo de la redención de la humanidad.
En todo el mundo, millones de fieles participan de misas especiales, procesiones y actos litúrgicos que conmemoran este acontecimiento.
Este 20 de abril, el Domingo de Pascua representa mucho más que una tradición religiosa: es un llamado a renovar la fe, abrazar la esperanza y recordar que, incluso en los momentos más difíciles, siempre hay lugar para la vida nueva.