El Día Mundial del Ahorro de Energía, celebrado cada 21 de octubre, es una iniciativa del Foro Energético Mundial, que tuvo su primera conmemoración en 2012 durante el encuentro inaugural en Dubai. Este día tiene como objetivo primordial sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de adoptar prácticas de consumo energético más responsables. La festividad  recibió el apoyo de numerosos países, convocando tanto a gobiernos como a ciudadanos a actuar en pro de la sostenibilidad y la equidad en el acceso a la energía.

La producción de energía conlleva graves repercusiones ambientales, y es esencial gestionar y ahorrar recursos energéticos para combatir el cambio climático. Según estudios de Greenpeace, el cuidado de nuestros recursos naturales es una de las preocupaciones ambientales más urgentes de la actualidad. Este ahorro no solo ayuda a mitigar el daño al medio ambiente, sino que se presenta como una herramienta clave para evitar catástrofes naturales.

El uso de energías no renovables llevó a la explotación desmedida de los recursos naturales, resultando en daños irreversibles para los ecosistemas. Este comportamiento aceleró la llegada del cambio climático, evidenciado en fenómenos como el derretimiento de glaciares, incendios forestales y la extinción de especies. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) señaló que la última década fue la más cálida de la historia.

Los incendios forestales y otros desastres ambientales no solo amenazan a la biodiversidad, sino que también impactan la producción de alimentos y la calidad del aire. Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía, enfatizó que el sector energético debe comprometerse a reducir sus emisiones de carbono y adoptar energías alternativas. Este cambio es crucial para alcanzar los objetivos de sostenibilidad.

Greenpeace destacó en su informe “La recuperación económica con renovables” que la quema de combustibles fósiles es la principal fuente de emisiones de CO2 en el planeta. Esta realidad subraya la necesidad de disminuir el uso de estos recursos contaminantes y acelerar la implementación de energías renovables. La Agencia Internacional de Energía ha instado a triplicar los proyectos de “descarbonización” de cara al 2050.

En el contexto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), se están diseñando medidas para reducir las emisiones de CO2. Se espera que la implementación de fuentes de energía renovables sea fundamental para alcanzar estos objetivos. Energías como la eólica, solar, hidroeléctrica y de biomasa son ejemplos de alternativas viables que contribuyen a un entorno más limpio.

La importancia del ahorro energético no se limita a la adopción de nuevas tecnologías. Crear una cultura de cuidado y respeto hacia la energía es igualmente vital. La Unión Europea, por su parte, estableció un marco de actuación en materia de clima y energía, comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030.

Para lograr estos objetivos, se hace hincapié en la necesidad de aumentar el uso de energías renovables y educar a la población sobre la importancia del ahorro energético.

Desde el Foro Energético Mundial, se invita a reflexionar sobre nuestros hábitos de consumo energético. A continuación, se presentan nueve conductas que podemos adoptar para contribuir a un futuro más sostenible:

  1. Utilizar la luz natural siempre que sea posible, reduciendo el uso de electricidad durante el día.
  2. Desenchufar dispositivos y electrodomésticos que no estén en uso, evitando el consumo de energía en modo de espera.
  3. Reemplazar bombillas convencionales por bombillas de bajo consumo o LED, que utilizan menos energía y tienen mayor durabilidad.
  4. Controlar el consumo de televisores, computadoras y sistemas de calefacción y aire acondicionado, ajustando su uso a las necesidades reales.
  5. Cuidar el consumo del agua, ya que su tratamiento y distribución requieren un consumo energético.
  6. Priorizar la iluminación y ventilación natural en los espacios, lo que no solo ahorra energía, sino que también mejora la calidad del aire interior.
  7. Adquirir energías renovables cuando sea posible, como paneles solares, para reducir la dependencia de fuentes no renovables.
  8. Instalar aislamiento en ventanas y puertas para mantener la temperatura interior y reducir la necesidad de calefacción o refrigeración.
  9. Realizar ciclos de lavados cortos en el lavarropas, utilizando agua fría cuando sea adecuado, para disminuir el consumo energético.

El consumo de energía debe ser parte de la educación cívica de cada ciudadano, promoviendo una conciencia colectiva sobre las problemáticas ambientales que afectan nuestro futuro. Adoptar hábitos sostenibles y educar a otros sobre su importancia son pasos clave para asegurar un planeta más saludable y habitable.