El 12 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la Obesidad, una fecha destinada a concientizar sobre los peligros de esta enfermedad y promover hábitos de vida más saludables. Según el Ministerio de Salud de la Nación, más del 50% de la población en Argentina tiene exceso de peso, lo que implica un alto riesgo para la salud, pues la obesidad está asociada a más de 200 enfermedades, entre ellas diabetes, hipertensión, enfermedades respiratorias y ciertos tipos de cáncer. Este día busca sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de adoptar hábitos de vida más equilibrados y prevenir el aumento de esta enfermedad.

El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación excesiva de grasa corporal que puede tener consecuencias graves para la salud. Esta condición no es una afección que se resuelva de un día para otro, sino un problema crónico que requiere un enfoque sostenido a lo largo del tiempo. La causa principal de la obesidad radica en un desequilibrio energético, donde las calorías consumidas superan las calorías gastadas. En el mundo moderno, la vida sedentaria y el consumo de alimentos ultraprocesados, ricos en grasas y azúcares, son factores que contribuyen a este fenómeno global.

A nivel global, el incremento de la obesidad fue alarmante. En las últimas décadas, hubo un aumento significativo en el consumo de alimentos de alto contenido calórico y, al mismo tiempo, una disminución de la actividad física. El estilo de vida moderno, que favorece el sedentarismo debido a los avances tecnológicos, la automatización del trabajo y el uso masivo de vehículos, empeoró esta situación.

La obesidad es una enfermedad que puede tener efectos devastadores a largo plazo. Los problemas de salud asociados con el exceso de peso son numerosos y afectan tanto a la calidad de vida como a la esperanza de vida. La diabetes tipo 2, por ejemplo, es una de las complicaciones más comunes. Esta enfermedad, relacionada estrechamente con la obesidad, afecta a millones de personas en el mundo y puede derivar en insuficiencia renal, problemas cardíacos y otros trastornos. La hipertensión arterial, las enfermedades respiratorias y ciertos tipos de cáncer, como los de colon y mamá.

La prevención y el tratamiento de la obesidad pasan por un cambio de hábitos que debe ser adoptado por toda la sociedad. Un aspecto clave para mantener un peso saludable es una alimentación equilibrada. El consumo de frutas, verduras y proteínas magras debe ser prioritario, mientras que los alimentos ultraprocesados ​​deben ser consumidos con moderación. Optar por lácteos descremados, evitar el exceso de sal y azúcar en la dieta, y preferir alimentos caseros son algunas de las recomendaciones más eficaces.

Además, es fundamental fomentar la actividad física. El Ministerio de Salud recomienda realizar al menos 150 minutos de ejercicio a la semana, distribuidos en sesiones de al menos 10 minutos. Esta actividad no solo ayuda a controlar el peso, sino que también reduce el riesgo de enfermedades crónicas y mejora el bienestar general. El ejercicio moderado, como caminar, nadar o andar en bicicleta, es suficiente para obtener beneficios.

El consumo de agua también juega un papel clave en la prevención de la obesidad. Mantenerse hidratado favorece el metabolismo y puede ayudar a controlar el apetito, evitando el consumo excesivo de alimentos. Se recomienda beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día para una correcta hidratación.