Cada 20 de marzo, el mundo celebra el Día Internacional de la Felicidad, una fecha que fue promovida por Bután, un pequeño país en el sur de Asia, entre la India y China. Este día se estableció con la intención de recordar que el bienestar y la felicidad son fundamentales para el desarrollo humano. Bután, conocido por su enfoque en la felicidad sobre el Producto Nacional Bruto (PNB), fue el principal impulsor de esta iniciativa. En lugar de medir el éxito a través de indicadores económicos tradicionales, el país creó el concepto de la Felicidad Nacional Bruta, un índice que mide el bienestar de su población. La ONU adoptó esta propuesta en 2012, reconociendo la relevancia de la felicidad como una aspiración universal para todos los seres humanos.
Para muchos, la felicidad es un concepto abstracto difícil de definir, pero, en su esencia, se trata de un estado de bienestar físico, emocional y espiritual. La Real Academia Española define la felicidad como un “estado de grata satisfacción espiritual y física”, un estado en el que una persona experimenta satisfacción por lo que posee y por cómo se siente consigo misma. Sin embargo, esta definición puede variar dependiendo de la cultura y el contexto social. En la ciencia, la felicidad está vinculada a procesos bioquímicos que implican hormonas como la serotonina, dopamina, endorfina y oxitocina, las cuales influyen directamente en el estado de ánimo y el bienestar general de las personas.
El neurocientífico Diego Golombek sostiene que la felicidad no es solo un fenómeno pasivo, sino que también puede ser inducida. Según Golombek, acciones simples como sonreír o forzar una sonrisa, pueden activar áreas del cerebro relacionadas con la felicidad, incluso cuando no nos sentimos particularmente alegres. Este tipo de descubrimientos científicos apoya la idea de que la felicidad es más accesible de lo que muchos piensan, y que pequeños cambios en nuestras acciones cotidianas pueden mejorar nuestro estado de ánimo y nuestra salud.
Por otro lado, el dinero es una cuestión que genera debates sobre su relación con la felicidad. La ONU reconoce que el bienestar económico es un factor relevante, pero aclara que no se trata de acumular riquezas, sino de generar una economía que fomente el bienestar general. De acuerdo con la resolución de la Asamblea General, el crecimiento económico debe ser inclusivo, promover el desarrollo sostenible y erradicar la pobreza. El dinero puede ser útil para cubrir las necesidades básicas y mejorar la calidad de vida, pero no es el único factor determinante en la búsqueda de la felicidad.
El Día Internacional de la Felicidad nos invita a reflexionar sobre el bienestar colectivo y personal. Aunque las circunstancias externas, como la economía o los recursos materiales, son importantes, la felicidad también depende de factores intangibles como las relaciones interpersonales, la salud emocional y el equilibrio interior. En este día, se nos recuerda que todos merecemos vivir una vida plena y satisfactoria, y que la búsqueda de la felicidad debe ser una prioridad para cada individuo y para la sociedad en su conjunto.