El 17 de octubre es una fecha emblemática en el calendario político argentino, conocida como el Día de la Lealtad Peronista. Este día recuerda la masiva movilización de trabajadores que, en 1945, se congregaron en la Plaza de Mayo para exigir la liberación de Juan Domingo Perón. Este evento marcó un punto de inflexión en la historia del país, simbolizando la unión de la clase trabajadora en torno a un líder que se había convertido en un referente de justicia social.
En octubre de 1945, Perón se encontraba detenido en la Isla Martín García, víctima de un gobierno de facto que lo había amenazado por su creciente popularidad. Hasta pocos días antes, había ocupado altos cargos en el gobierno, incluyendo el de vicepresidente y ministro de Guerra. Su labor como secretario de Trabajo había promovido avances para los obreros, como la implementación de vacaciones pagas y la creación del aguinaldo, lo que lo convirtió en un personaje incómodo para sectores del Ejército que temían su influencia.
El 10 de octubre, Perón fue forzado a renunciar, y el 13 de octubre fue arrestado. Su detención generó un clima de tensión y movilización entre trabajadores y sindicalistas, quienes vieron en este acto una amenaza a sus derechos y logros. Así, comenzaron a organizarse para marchar hacia la Plaza de Mayo, donde reivindicarían no solo la libertad de su líder, sino también las políticas sociales que él había promovido.
El 17 de octubre, miles de personas rodearon la Casa Rosada. La escena era poderosa: trabajadores con sus pantalones arremangados se refrescaban en la fuente de la plaza, mientras el clamor por la libertad de Perón resonaba en el aire. La presión social fue tal que el gobierno no tuvo más remedio que ceder, convocando a Perón para que hablara desde el balcón de la Casa de Gobierno. Su discurso no solo fue una declaración de su intención de regresar al poder, sino un manifiesto de compromiso con el pueblo argentino.
En su discurso, Perón afirmó: “He renunciado voluntariamente al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la Nación. Lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón, y ponerme con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino. Dejo, pues, el sagrado y honroso uniforme que me entregó la patria para vestir la casaca del civil y mezclarme con esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza del país” . Menos de un año después, Perón ganaría las elecciones presidenciales de 1946, comenzando así su primer mandato, en el que consolidaría muchas de las políticas que había iniciado.
El legado de Perón continuó incluso tras su derrocamiento en 1955, ya que su figura permaneció en la memoria colectiva del pueblo argentino. Aunque fue exiliado, regresó al país en 1973 para asumir nuevamente la presidencia, mostrando que su influencia trascendía su tiempo en el poder.
Hoy, cada 17 de octubre, los peronistas se reúnen para celebrar este acontecimiento que representa la lucha por los derechos laborales y la justicia social. En 2024, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, encabezará los actos en Berisso, en un contexto donde el peronismo enfrenta una fuerte interna. La conmemoración del Día de la Lealtad no solo recuerda el pasado, sino que también reafirma el compromiso de los militantes con los principios que definen el movimiento justicialista.