Este jueves asaltaron la capilla Comunidad San Joaquín y Santa Ana de Nuevo Alberdi en Rosario, y el sacerdote Daniel Siñeriz, que estuvo al frente de la capilla oliverense durante seis años, sentenció: “Este robo fue mucho más grave que cinco elementos de cocina, fue una profanación a la sociedad”

Según denunció el padre, los delincuentes ingresaron a la capilla tras romper la reja de una ventana y fueron directamente a la cocina, “el corazón comunitario de la capilla” donde se lleva adelante un proyecto gastronómico abierto a la comunidad. Además indicó que no es la primera vez que roban en el templo.

En las instalaciones, funcionaba todos los días un microemprendimiento de panificación. Allí se elaboraban pizzas y en los últimos días estaban cocinando pan dulce y budines pero fue desvalijado por los malvivientes durante la madrugada.

“En escasos minutos, se llevaron una máquina de amasar, una garrafa, un ventilador, varias ollas y todos los utensilios de cocina que la comunidad del barrio utiliza para trabajar. Con eso anularon la posibilidad de seguir trabajando, es una especie de profanación para desalentar a que la gente participe”, lamentó el padre Siñeriz.

A modo de reflexión indicó: “Esto que nos pasó es como cuando roban las escuelas y los clubes. Son espacios sagrados porque allí se reconoce y se enaltece la dignidad de las personas”. Además, aseguró que son “incontables” las veces que asaltaron esta parroquia.

“Se llevan puesto el entusiasmo y la solidaridad de las instituciones. Me duele profundamente, es un daño material muy profundo”, lamentó el sacerdote y consideró que el objetivo de los delincuentes es “mucho más grave que cuatro o cinco elementos de cocina, es dejar a la gente desprotegida y sola”.

Intentando superar el traspié tras el hecho delictivo solicitaron colaboración de Cáritas y vecinos para conseguir una amasadora , ollas, fuentes y muchos utensilios de cocina. “Lo que no se puede recuperar es la tranquilidad”, enfatizó.

Por otra parte, el sacerdote evaluó que el modus operandi de los ladrones consiste en reducir lo robado en lugares de interés público, para luego venderlo en el mercado ilegal.

“Lo peor de todo es que muchas cosas que fueron robadas son compradas por otras personas. Eso es doloroso”, concluyó Siñeriz.

Fuente: La Capital.