La basura es uno de los problemas más preocupantes para las comunidades, mientras la ley provincial de Basura Cero llega a su tope en plazos, la realidad indica que el costo que significa un relleno sanitario habilitado es inviable para la mayoría de las administraciones. Los GIRSU siguen verdes y son sólo tres pueblos de diez en la región, cumplen con el requisito luego de que fueran intimados. En el día mundial del medio ambiente, por precio o por kilos los deshechos significan un llamado de atención a la comunidad.
El 2016 fue un año de muchas preocupaciones para los pueblos que tenían su basural a cielo abierto en cercanías a la autopista Rosario Santa Fe porque fueron intimados al cese, recuperación del predio y traslado de residuos adecuandose a la ley de basura cero. En ese contexto Monje, Maciel y Oliveros fueron en efecto dominó citados a cumplir con la reglamentación. Una solicitud, que entonces afirmaban, les iba a llegar a todas las localidades de Santa Fe pero que aún no sucedió.
En medio del conflicto que les generó el alto costo del requerimiento y la “injusticia” de que sea para unos pocos, la entonces secretaria de Medio Ambiente se mostró predispuesta a compañar con técnicos pero dejó en evidencia que el costo lo deben afrontar las administraciones locales. Así lo detalla también la ley.
A casi tres años, con dificultades en el camino, los tres pueblos llevan los residuos domiciliarios a Resicom, habilitado por provincia como destino final ubicado en Ricardone. Los montos son exorbitantes: En abril Oliveros abonó 238.852,05 pesos y Maciel 308.000 pesos (que se divide en el alquiler de dos cajas roll off (bateas), veinte viajes de recambio y 170 toneladas de residuos domiciliarios para disposicion final). Por su parte, Monje emitió un reclamo a la empresa porque no llegan las facturas desde enero, asimismo le afirmaron a IRE que en promedio gastan entre 40 y 50 mil pesos.
En el día mundial del medio ambiente el balance más allá de los grupos que se organizan con buenas intenciones, es complejo: el 70 por ciento de las localidades a la redonda todavía no pudieron adaptarse y cerrar sus basurales a cielo abierto, y los pueblos que debieron hacerlo deben afrontar numerosas cifras por la cantidad de toneladas que deben trasladar.