Fernanda decidió hablar de su mayor secreto, a través de un video y con lágrimas en los ojos relató los padecimientos que sufrió de parte de su papá luego de que falleciera su madre. “Necesito hacerlo”, afirmó al tiempo que confesó que “son heridas que nunca se sanan”.
El primer paso lo dio en la red Tik Tok y luego lo compartió en Instagram. Su voluntad fue “contar su verdad” esa que tanto le pesó y la lastimo todos estos años. En apenas tres minutos sus palabras conmocionaron a todos.
“Cuando era chica y mi mamá murió, al poco tiempo mi papá empezó a abusar de mi”, definió. Ella tenía apenas 9 años entonces, y describió como empezó su pesadilla: “La primera vez, unos dos meses después de que falleciera mi mamá, una noche antes de ir a dormir me dijo que era muy parecida a ella y me besó en la punta de la nariz”.
Un detalle que con el tiempo comenzó a tener otro significado: “Luego se fue haciendo cada vez intenso los contactos hasta que una vez me dijo que lo vaya a saludar a la hora de la siesta. Él estaba solo en una casa donde antes vivía con mi mamá. Me beso en la boca, me manoseó y no tuve coraje en ese momento para enfrentarlo y decile que no. Le tuve miedo, me dio mucho asco”.
Y siguió describiendo la manipulación que utilizó el adulto: “Al dia siguiente me pidió que vaya de nuevo a saludarlo, porque sino le iba a contar a mis tías lo que habiamos hecho. Como si yo fuera culpable de algo. Asi fue al dia siguiente, al siguiente, y al siguiente”.
El martirio de Fernanda es estremecedor: “Los abusos fueron cada vez peor, ya no eran solo besos, el me obligaba a tocarlo. Me tocaba y un monton de cosas que prefiero no mencionar. Esa pesadilla la viví durante años y hoy necesito estar en paz y contar mi verdad”.
Con un proceso hecho, pero con mucho dolor también pidió disculpas: “Lamento mucho si lastimo a alguien. Pero yo no merezco esta culpa porque no es mia”.
En diálogo con IRE, la mujer de 46 años hoy, explicó que la semana pasada sufrió una descompensación por un pico de presión y “mientras estaba internada pensaba que no quería morir guardando el secreto y por fin pude contarlo”.
Y cerró: “Ojalá sirva para que otras víctimas se animen a hablar y hacer visibles estos casos. Porque aunque pasen los años son heridad que nunca sanan”.