Con todo por hacer, la semana pasada se presentó en Diamante un muy detallado plan de manejo para el sitio Ramsar Delta del Paraná, que comparten las provincias de Entre Ríos y Santa Fe y que alberga dos parques nacionales: el Pre Delta del lado entrerriano a la altura de Diamante y el Islas de Santa Fe de este lado de la orilla, cuyo ingreso será en Puerto Gaboto pero que, aunque parezca increíble, todavía no está habilitado al público a pesar de haber sido creado hace más de 10 años.

El objetivo del plan, que fue coordinado por Wetlands y contó con la participación de universidades, gobiernos, actores productivos y organizaciones ambientalistas, es mantener las características ecológicas y promover el uso racional de los humedales.

Más allá de lo positivo que es tener una hoja de ruta clara y fundamentada respecto al trabajo por hacer, los problemas relevados son muchos y profundos: en muchas áreas faltan estudios o conocimientos sobre impactos ambientales, y cuando hay información o normativa disponible faltan controles o no se implementan de manera adecuada. No hay pautas de ordenamiento territorial, y cuando las hay no se cumplen, controlan ni sancionan.

Del lado del haber: ahora los actores con poder de decisión saben detalladamente qué hacer para mantener la buena salud de estos sistemas ambientales únicos por su biodiversidad y los beneficios que aportan al entorno como moderar las temperaturas extremas, atemperaran los pulsos de las inundaciones, retener sedimentos y nutrientes, estabilizar las costas y proteger contra la erosión.

Erosión y explotación sin control

En el documento difundido desde Wetlands señalan como un déficit la falta de información y de concientización de todos los actores respecto a la importancia de los humedales como “fuente común de la mayoría de las causas y los problemas”, a lo que agregaron que “también resulta evidente que los controles son insuficientes”.

Entre las dificultades relevadas se encuentran los problemas derivados de la navegación como el oleaje y la erosión de las costas y barrancas. “El aumento del tránsito de embarcaciones -sobre todo en brazos menores- y el amarre de barcaza provocan la erosión de las costas. Estos impactos no han sido evaluados”.

También se menciona la extracción de arena como una actividad importante pero poco o nada estudiada: “No se conocen bien los volúmenes extraídos y se espera un crecimiento de la actividad vinculada a la demanda de arenas silíceas para fracking”. En este punto se recuerda que el año pasado la empresa Arenas Argentinas del Paraná, del grupo belga Jan De Nul, instaló en el puerto de Diamante una planta destinada a la extracción de arenas silíceas, lo que originó un pedido de información por parte de un grupo de ONG’s.

Contaminación y extractivismo

En el trabajo se explicita que la presencia de grandes conglomerados urbanos cercanos al Sitio Ramsar (así se denomina a humedales con rango de protección internacional) provoca degradación ambiental e incide directamente sobre la calidad del agua. “Las industrias ubicadas a lo largo de la Cuenca del Plata aportan metales pesados, hidrocarburos y compuestos varios que reducen notablemente el oxígeno disuelto”.

La ganadería de islas es otro tema a analizar, ya que en los últimos 20 años se produjo una transformación desde el tradicional sistema de ganadería extensiva estacional a otro de ocupación permanente. Según puntualiza el plan de manejo, entre 1997 y 2007 se pasó de 160.000 a 1.500.000 cabezas “con el consiguiente efecto de sobrepastoreo, erosión de suelos y afectación de la biodiversidad”.

Pesca y costas, en alerta

En relación al manejo del recurso pesquero, se detalla que los peces “están expuestos a numerosas amenazas por alteraciones en la calidad del agua, invasiones biológicas y sobrepesca” y que la construcción de terraplenes y diques en humedales, particularmente en el Paraná Inferior, puede incluso reducir las áreas de cría o de pesca. Si bien en esta área de estudio sí existen numerosos trabajos y documentos técnicos que proponen lineamientos o buenas prácticas para una actividad pesquera sostenible, el problema es que “aún no se implementan”.

A eso se le suman -tal como detalla la investigación- vertidos rurales fundamentalmente vinculados con la agricultura y la ganadería intensiva (feedlots) que incrementan en los cursos de agua “el contenido de materia orgánica, nutrientes, agroquímicos y compuestos farmacológicos derivados del uso medicinal y veterinario” con impactos “aún desconocidos”.

Por otra parte se explica que las barrancas, un componente clave del paisaje litoraleño, están sometidas a múltiples presiones que provocan su degradación y fragmentación. “Se registra un avance de las urbanizaciones tanto formales como asentamientos irregulares, la instalación de marinas/dársenas para embarcaciones y terminales portuarias, la existencia y explotación de canteras y otros usos, que alteran o destruyen la barranca”. Como en casi todas las otras áreas estudiadas, tampoco hay “ni control ni sanciones” para esta serie de daños ambientales muchas veces irreversibles.

Líneas de acción

Son muchas las propuestas que figuran en los lineamientos de manejo del Sitio Ramsar Delta del Paraná para comenzar a resolver los problemas. De forma sintética, se propone adecuar el desarrollo de las actividades productivas y las intervenciones asociadas a la instalación de infraestructura a la dinámica propia de los humedales, lo que incluye tanto las condiciones ecológicas como la dinámica hídrica.

También debe mejorar mucho la coordinación entre las  jurisdicciones y se debe respetar el modo de vida de los pobladores “atendiendo sus necesidades e involucrándolos en la gestión del Sitio”.

Todo esto debe incluir acciones de comunicación, educación, capacitación y concienciación del público en los planes y programas de manejo del Sitio y una capacitación específica para las fuerzas de seguridad y que puedan así ejercer un mayor control del territorio.

“Hay que involucrar actores locales, brindar mayor información, reforestar barrancas y riberas, controlar la velocidad de las embarcaciones, generar planes de manejo de residuos para pobladores y visitantes, capacitar en turismo de calidad y no permitir feedlots”, son algunas de las recomendaciones del plan de manejo.