“Ya no sé a quién más recurrir, estoy con mis hijas y no puedo dormir en paz”, enfatizó con preocupación una joven oliverense a IRE. Un hombre con el que mantuvo una relación de seis meses, se tornó cada vez más violento hasta qué días atrás le pegó y le rompió la moto. Cómo si fuera poco, continuó acosándola, pese a tener denuncias en su contra y una orden de restricción.
En diálogo con IRE, la víctima contó que el agresor vivió durante dos meses en su casa, pero al notar sus cambios de actitud, decidió tomar distancia. “No lo soportó y ahí comenzó todo”, afirmó la vecina y confió que el primer episodio de violencia ocurrió en la localidad de Timbúes, a fines de febrero.
“Se molestaba por todo. Buscaba la vuelta para discutir y tener malas reacciones como amagarme y después me pedía perdón, decía que no era la intención de él, que yo lo hacía molestar. Así empecé a creer que era mi culpa”, relató con angustia e indicó que en ese entonces el hombre le pidió que por favor no lo denuncie, para no tener inconvenientes en el trabajo.
Este miércoles, el hombre la invitó a su casa para hablar, pero volvieron a discutir y cuando ella intentó retirarse del lugar en moto, él se colocó por delante, apagó el vehículo y bajo amenazas le comenzó a pedir que descienda y regrese a la vivienda.
“Le pedí que me dejara ir. Pero me miraba fijo y me decía: baja o te hago bosta”, relató la joven y continuó: “Arrancó el guardabarros de la moto y me siguió gritando lo mismo, que me bajara. Me empujó del manubrio, me hizo caer y me pegó. Cuando logro levantarme, me arrancó el segundo plástico y me dio una piña en el hombro. Me tiro de la mochila, la cual la rompió y me seguía insultando”.
Cuando pudo reincorporarse, la víctima tomó el celular que el sujeto tenía en la cintura y lo tiró. Él corrió a buscarlo y en ese momento, la joven pudo huir del lugar, según confió. “Llegue a mi casa y llame a una amiga comentando lo que pasó. Al mirar por la ventana lo veo llegar corriendo y le empiezo a gritar a mi hermana que me quería pegar”, dijo.
En ese momento salieron su hermana y su cuñado, y frente a ellos, el agresor le insistió que solo quería hablar. Finalmente accedió a retirarse pero durante la tarde regresó con un amigo en camioneta y volvió a insultarla y patear su puerta. Nuevamente su cuñado habló con el sujeto hasta que se retiró del lugar.
Sin embargo, el jueves a primera hora de la mañana, volvió a la casa y comenzó a hablarle por la ventana. “Yo temblaba. Cuando le pedí que se vaya, agarro todo a puños y patadas. Mis hijas lloraban y él no se iba. Llamé a la policía y cuando vio que venían salió corriendo”, comentó.
Por otra parte, confió que la ex pareja del sujeto, con quien comparte una hija, se comunicó con ella y le contó que pasó por lo mismo. “Se puso a mi disposición para lo que sea. Él estaba bajo tratamiento psicológico en Cordoba. Yo avisé a la policía que él tiene antecedentes”, aseguró.
“Tuve que optar por hacerlo público, porque aunque tenga denuncias y orden de restricción, la persona me sigue molestando. Tengo cuatro nenas, soy sola, y no puedo salir por miedo a cruzarlo. Nadie hace nada”, finalizó la joven. Por lo pronto, el agresor se habría ido a Timbúes y tras la denuncia, la policía notificaría al sujeto.