Después de un largo proceso de formación y luchas encaminadas a concretar sus sueños, el reconocido payaso Galupa oriundo de Oliveros, consiguió su primera carpa de circo para convertir sus funciones. De seguro serán distintas a las que viene, desde hace años, desarrolando a lo largo y lo ancho del país. Tendrá su estelar inauguración.
En diálogo con IRE, el hombre detrás de Galupa, David Delena, detalló el camino recorrido para consolizarse viviendo de su pasión: “Mis abuelos fueron el pilar pleno de todo esto, nunca hubo un condicionamiento, apunté a ser feliz. Hay cosas que se dan más rápido de lo que uno cree, otras más lentas, pero se dan también”.
Su primera formación, fue como profesor de educación física: “Creía que lo que buscaba iba por el lado de la docencia, a través de la educación física y de poder recrear, y ahí descubrí que podía ser payaso, que no era necesario simularlo a través de un silbato”. Y no dudó: “Hay que resistir y estar convencido de lo que uno quiere”.
Asimismo, comentó que empezó trabajando con otros chicos que hacían malabares en los semáforos de la ciudad de Rosario, y que allí descubrió que el arte callejero ayudaba no solo a él sino que también a otros. Sostuvo que su inquietud siempre fue vivenciar en el pueblo el poder vivir de algo por fuera de las profesiones más convencionales, en su caso, siendo artista. “Es una disciplina que la elijo para vivir siempre, es lo que me hace feliz”.
El camino lo consolitó como artísta, y luego de mucho sacrificio compró “La Chiringa” su primera carpa de circo: “Ahora viene un desafío grande, empiezan a aparecer un montón de cosas nuevas que no estaban en nuestra producción logística en cuanto a movernos, ya no es llegar con una valijita y salir”. El nombre se lo asocia a cosas pequeñas en la zona de Cuba y en Colombia, así se nombra a los barriletes. Una conjunción que si bien tuvo su debate y votación, lo convenció.
Como primer desafío la inaugurará en Oliveros: “Es un sueño que tengo, me gustaría hacerlo con un montón de personas que pasaron, y que quizás ellas mismas no sepan lo influentes que fueron para que yo logre esto, desde los que me dijeron que no les gustaba mi proyecto, hasta los que me motivan y fueron parte en lo concreto”.
Y concluyó: “Creo que volver al lugar de origen donde se gestó y poder decir que mejoré o empeoré tal cosa, pero estoy para brindarme, creo que eso nos hace más grandes, que ese es el modo de poder cambiar, todos elegimos ser algo para poder cambiar un poco de algo de los malestares que vivimos cotidianamente”.
Con su bigote particular, rulos locos y cara de pícaro, detrás de Galupa se entrelazan los sueños de un pibe de pueblo que entendió que el camino era perseguir su pasión y aunque el miedo lo ahogó en más de un rincón, no faltó la sonrisa de algun niño que le recordara lo que es la felicidad. Hoy, con el personaje constituído, avanza a paso firme para armar y desarmar sueños sin destino más que el de disfrutar. ¿Quién se animará a decir que de payaso no se puede vivir? Pasen y vean.