En el día internacional contra el bullying o acoso escolar IRÉ retoma a través del testimonio de una mamá el sufrimiento de su hija en la escuela primaria. Con once años, debió enfrentar maltratos que abarcaron desde insultos, amenazas hasta daños físicos como que “la tiren de la bicicleta o le peguen un chicle en el pelo”. El pedido desesperado es de intervención de los adultos responsables.
En un pormenorizado relato de las situaciones vividas a través de una madre, quien determinó cómo su hija de 11 años padeció situaciones violentas en Oliveros que traspasaron la escuela primaria. IRÉ busca tomar conciencia y proponer herramientas para abordar las problemáticas. Que no están en otros lugares, sino a la vuelta de la esquina.
En el testimonio T. describió que el suplicio comenzó cuando su hija estaba en cuarto grado, al principio eran burlas pero en cierto momento también hubo agresiones físicas, en ese sentido detalló: “En un tiempo ella tenía un cabello largo y le habían pegado un chicle. Después fue a la escuela con una colita y le cortaron un mechón. Una nena dijo: ‘Ah mirá, soy peluquera y le cortó el pelo’”. A la par que sucedían estos hechos T. veía la actitud de su hija con intenciones de no ir a la escuela: “Yo creí que eran peleas de chicos. Que iban a pasar. Luego hay cosas raras, empezó a morderse los deditos, a agarrarse el cabello para tirarse, a punzar sus agendas, le tiraba el pelo al perrito”.
Cuando la mamá registró que algo estaba pasando en la conducta de su hija, se acercó a la escuela, preguntó, se quejó, insistió, llevó notas pero solo consiguió explicaciones que no la satisfacían, que no se condecían con lo que ella notaba en el comportamiento de su hija.
La nena siempre fue muy aplicada en la escuela, por eso comenzó a alarmarle que no tuviera ganas de asistir. En un determinado momento hubo un episodio que fue un quiebre en la pequeña: Un chico le tiró la carpeta por el aire, se desprendieron todas las hojas y ella manifestó quien había sido, pero la desmintieron. T. logró después de varios intentos que su hija con lagrimas en los ojos le contara lo sucedido: “Me fui a la escuela al otro día. Me dicen ‘No, pero ella supone que fue tal nene. No está segura, porque no lo vio’. Una locura, o sea nunca veían nada”.
De acuerdo al relato de la mujer la falta de respuesta de la escuela no era el único obstáculo. Porque ante situaciones de violencia padecidas por su hija en la vía pública se dirigió a las familias involucradas. Intentó dialogar con una madre pero no tuvo suerte: “La respuesta fue una grosería. ‘Te tenés que ir, porque vos no sos de acá y nosotros somos nacidos y criados acá’. Porque yo me vaya, esto no va a cambiar”.
Si bien T. nunca respondió con violencia, en determinado momento decidió viajar a ver su familia y apartar a su hija de este ambiente tóxico. También pidió ayuda y asesoramiento a una ONG, “Si nos reímos, nos reímos todxs”, dirigida por Arístides Álvarez. T., reconoció su labor: “Con la ONG estoy agradecida. Porque se comprometen mucho”.
Hoy la situación de la hija de T. parece encauzarse. Mientras estudia piano y canto, la escuela dejó de ser un lugar de tesión. Desde lo institucional también se modificaron las actitudes, de acuerdo a la percepción de la mujer: “La nueva directora se acercó a decirme ‘Quiero charlar con vos’. Tengo que recalcar esto, porque fue un gesto. Algo muy lindo. También la directora, le pidió: ‘quiero confianza y dejemos el pasado’, me dijo. Yo tengo confianza, voy para lo positivo. Me hubiese gustado, que antes me hubieran dicho vamos a hacer esto, vamos a citar a los padres, pero no fue así”.
A través de la experiencia de T. en el día internacional contra el bullying, el mensaje es contundente: “Lo que puedo decir es que miren bien a los chicos. Que son el reflejo de ellos. Si ellos están actuando así, el chico va actuar así. Dejemos el orgullo al costado y dediquemos un tiempo y pensemos. Que fijen la mirada en el chico, porque el chico toma como ejemplo al padre. Si el padre reacciona así, la respuesta la tendrán ellos”.
Y concluyó: “Estoy pidiendo que se corte, como a ellos les parezca, pero que se corte esa agresión física o verbal, que se corte. Eso es lo único que pido. Son nuestro futuro, están creciendo”.