El cura párroco de la iglesia Santa Rosa de Lima, Francisco Ros Garese, está celebrando sus 40 años de sacerdocio. En un repaso sobre su historia resaltó la importancia de la fe, la conexión con las personas y las bendiciones que recibió en su camino. El sacerdote, que pasó por varias localidades de Argentina y Uruguay y dirigió escuelas, confió que inició su vocación de manera inesperada. Y no dudó en enfatizar: “En mis 40 años de sacerdocio y toda mi vida, el resumen es: Cuánto amor de Dios”.
“Nací en una familia de nueve hermanos, todo un despelote”, recordó con una sonrisa. Esta experiencia familiar intensa le dio la base para comprender la importancia de la comunidad y la conexión humana. Al tiempo de elegir su destino después del secundario evaluaba dos opciones: La marina o veterinaria. Tenía una novia y un grupo de amigos como cualquier adolescente, y fue uno de ellos quien lo convocó a acompañar en un trabajo comunitario.
Fue tal el descubrimiento y la plenitud que sintió al ayudar a otros que decidió cambiar su destino y comenzar su recorrido en la fe. De allí en más comenzó un camino de capillas y escuelas que dirigió, la primera cerca de Mar del Plata por ruta 2. Después estuvo en Rosario, Pilar, Salta, Buenos Aires, Rocha y Minas en Uruguay, pero extrañaba y decidió retornar a Rosario. Hasta que la congregación le indicó Oliveros, su último destino hasta ahora.
“Estuve en muchos lugares, conocí mucha gente distinta y creo que eso es una bendición, porque conocer formas de ser personas distintas, a mí me ha enriquecido un montón“, resumió el padre Pancho.
Al hacer un repaso de sus 40 años de servicio, con especial sensibilidad subrayó que “el amor y la misericordia de Dios” son los pilares de su vida. “Es como un resumen de mis 40 años de sacerdocio. Cuánto amor de Dios”, dijo con una profunda apreciación por su viaje personal y profesional.