El mundo despide al Papa Francisco, quien falleció dejando marcada su huella de sencillez, cercanía y reforma en la Iglesia Católica. En las próximas horas, comenzarán las exequias en la Basílica de San Pedro, donde líderes mundiales y fieles de todo el planeta podrán rendirle homenaje. El funeral será presidido por el cardenal Giovanni Battista Re, quien compartió con Francisco la ceremonia de creación cardenalicia en 2001. El pontífice argentino expresó su voluntad de no ser enterrado en las grutas vaticanas, sino en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, símbolo de su devoción mariana.
Desde el Vaticano, se activó el protocolo establecido en el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, actualizado por el propio Francisco en 2024. Este documento regula el rito funerario y busca simplificar la ceremonia, dándole mayor centralidad a la fe cristiana. Entre los cambios, se eliminó el tradicional ritual del martillo de plata en la frente del pontífice, sustituyéndolo por una confirmación privada del fallecimiento en la capilla del Palacio Apostólico. Asimismo, el cuerpo del Papa será colocado en un solo ataúd de madera con interior de zinc, descartando los tres féretros utilizados en el pasado.
El velatorio se desarrollará directamente en la Basílica de San Pedro, sin etapas privadas. El Papa será expuesto en un féretro abierto, sin el báculo ni catafalco. La misa exequial se celebrará en la Plaza de San Pedro y evitará referencias al poder temporal del Papa, usando títulos más sencillos como “Obispo de Roma”. Este enfoque responde a la visión pastoral de Francisco, quien durante su pontificado insistió en la humildad y el servicio.
Finalizado el funeral, el cuerpo de Francisco será trasladado a su lugar de sepultura. A partir de entonces, comenzará el período de Sede Vacante, durante el cual el camarlengo se hace cargo de los asuntos temporales de la Iglesia. Luego, el Colegio de Cardenales iniciará el cónclave en la Capilla Sixtina, con más de 140 electores habilitados para elegir al nuevo Papa. Las votaciones se realizarán en secreto y, si no hay resultado, el humo será gris. Una vez alcanzada la mayoría necesaria, la fumata blanca anunciará al mundo que hay un nuevo pontífice.
Tras su elección, el nuevo Papa será presentado en el balcón de la Basílica de San Pedro con el tradicional anuncio “Habemus Papam”. Desde ese momento, vestirá la sotana blanca, símbolo de pureza y liderazgo espiritual. Recibirá también el anillo del pescador, diseñado exclusivamente para cada Papa, que representa su rol como “pescador de hombres”. A su vez, este anillo del pontífice fallecido será destruido como acto simbólico del fin de su pontificado, tal como marca la tradición. Sin embargo, aunque este proceso ha sido documentado en ceremonias anteriores, el Vaticano no confirmó si se realizó en el caso de Benedicto XVI tras su fallecimiento.