El 8 de Mayo, el Ministerio de Energía y Minería publicaba en su página un rutilante título Acuerdo de estabilidad de precios de los combustibles Las empresas involucradas eran YPF, Pan American Energy y Shell Argentina, e invitando al resto de las refinadoras a adherir al trato. La segunda parte del acuerdo decía: “las citadas empresas aceptan mantener los precios actualmente vigentes de los combustibles, antes de impuestos, durante los meses de mayo y junio de 2018, y compensar las diferencias resultantes de las variaciones de costos acumuladas en dicho período durante un periodo de seis meses a partir del 1 de julio de 2018”.

Y como son precavidos, no terminó mayo que ya están anunciando lo que va a pasar con los combustibles, donde de entrada y a partir del 5 de Julio, aumentaría 12%. Pero hay más, porque luego todos los meses habrá cinco aumentos más, dependiendo de la escalada del petróleo y la del dólar y la inflación, entre otros.

Recordemos que un litro de nafta súper costaba $13,01 en 2015 y hoy no baja de $27,84. En dos años y medio aumentó un 115%. El aumento de la nafta tiene un efecto multiplicador no solo en el bolsillo en forma directa sino en el costo del transporte y los alimentos.

Y como dijo el benemérito Ministro de Energía, Juan José Aranguren: “Si el consumidor considera que el precio del combustible es alto, deja de cargar”.