Como parte de los proyectos especiales de Prohuerta, en junio del 2018 se comenzó a trabajar en la idea de producir un insumo para el control de plagas en huertas orgánicas. Unos meses después, en primavera, se inició la recolección y cría.

Profesionales del INTA (Silvina Panonto y Carla Chiandussi) acondicionaron una cámara, que estaba en desuso, de la Estación Experimental Agropecuaria de San Carlos, para llevar adelante la cría de las vaquitas y la idea no es quedarse allí, sino que planean extenderse con la cría de otras especies.

Son varios los ejemplares y se encuentran en diferentes habitáculos según su especie. Allí se los alimenta diariamente. En la cámara, a través de un aire acondicionado y luces, se recrea un ambiente propicio para que los coccinélidos continúen con su desarrollo.

A pesar de lo que algunos creen, son insectos carnívoros y solo una especie de las tantas que hay daña el cultivo de zapallo. Se trata de la epilachna paenulata, la cual es fácil de identificar por su gran tamaño y color marrón claro con parches marrón oscuro.

El resto tiene una dieta a base principalmente de pulgones pero también atacan a los ácaros, eriofidos y algunos de tejidos de hongos que causan enfermedades en los cultivos. Una vaquita adulta puede comer más de mil pulgones durante el verano. Además durante esta época pueden llegar a poner más de un millón de crías, esto las convierte en un eficaz controlador de plagas natural.

Los huevos son de color amarillo y se ponen, usualmente, en el dorso de las hojas en forma de racimo. Las especialistas explicaron que las vaquitas tienen una metamorfosis completa. Es decir, nace de un huevo, durante la juventud es larva después empupa hasta llegar a la adultez. Todo este ciclo tiene una duración de 20 días.

Hacer tu propio criadero y decirle adiós a los insecticidas

Con un poco de dedicación, cualquiera puede llegar a tener su propio criadero para atacar justo a tiempo las plagas que afectan al jardín o huerta de una forma natural y diciéndole adiós a los plaguicidas. De esta forma,  se asegura que los vegetales cultivados en casa sean 100% orgánicos y libres de tóxicos.

Se requiere un recipiente tipo tupper. A la tapa se le debe dejar solo el marco para que cierre bien pero el resto debe ser reemplazado con una tela o tul para que ingrese el aire. En el interior se le debe poner un poco de papel filma para que adhieran sus huevos allí.

La temperatura ideal para su desarrollo es superior a los 20º, es decir que, preferentemente el recipiente tiene que estar en el interior de la casa y, durante el invierno, se le debe proporcionar unas 15 horas de luz que puede ser artificial. Una vez que las vaquitas ponen sus huevos, estos se recolectan y posan en la cercanía de las colonias de plagas.

Un dato no menor es que se las debe alimentar a diario con pulgones, preferentemente, de las caléndulas, lechuga y cerraja.

El futuro del proyecto

Hasta el momento, no se ha podido modificar la dieta de los coccinélidos, lo cual implica un problema ya que en invierno el nivel de esta plaga baja considerablemente. Sin embargo, este es el próximo paso que darán las especialistas Panonto y Chiandussi en su proyecto.

Ambas consideraron que la importancia para desarrollar este tipo de tareas no es menor debido a la necesidad de disponer de organismos benéficos para los productores. Otro punto relevante es capacitar y divulgar la identificación y cuidado de estos insectos para poder minimizar el uso de elementos tóxicos en los controles de plaga.

En un futuro próximo, la intención es aumentar la producción de huevos y comenzar con la cría de otras especies benéficas. Debido a que la disponibilidad en el mercado de este tipo de controles naturales no es considerable. Esto lleva a que en la mayoría de los cultivos se manejen bajo un modo tradicional.