Una hermosa historia de aventura y superación. En el mes del día del amigo Marias Laborde, el macielense que salió el 30 de septiembre pasado, le detalló a IRE la maravilla de recorrer el país en bicicleta a través la ruta 40, que une Usuhaia y la Quiaca, trabajando para juntar dinero en cada parada. Con él viaja Chimuelo, un gatito que adoptó poco tiempo antes de salir y que se convirtió en su mejor compañero.
En diálogo con IRE, Matias Laborde, detalló: “Salí de Maciel el 30 se septiembre, anteriormente había hecho otros viajes por otras provincias, desde los 18 años siempre me gustó viajar en bici. Muchas veces dejaba uno o dos años y volvía a arrancar”. Pero ahora tomó otra decisión: “Salí con intenciones de trabajar y seguir el viaje por la Ruta 40 desde Usuhaia a la Quiaca. Recorrimos parte de Córdoba, San Luis y visitando amigos que teníamos en el camino. Ahora llegué hasta El Bolsón”.
Un tramo que no es casual, ya que lleva mucho tiempo deseando recorrerlo: “Mi sueño siempre fue viajar en esta ruta, pero por algun motivo u otro se me complicaba, mi idea ahora es viajar e ir trabajando con mis oficios albañilería y panadería, así ir manteniendome”.
Sobre sus próximo desafíos apuntó: “Quiero recorrer el norte, llevó aproximadamente tres mil kilómetros de Maciel hasta acá. Estuve trabajando tres meses en una panadería en Merlo, San Luis. Ahora voy a trabajar aca para comprarme algunas cosas que no tenía previsto y me hacen falta, es parte de lo que uno va a prendiendo, todo es aprender en un viaje por más que te den indicaciones”.
El viaje no lo hace solo, sino que encontró un especial vínculo para reconocer en el fin de semana del amigo: “El gato es el que mejor la pasa en el viaje, tiene muchos mimos, y no pedalea asique no sufre el calor o el frio. A donde vamos es bienvenido, es como un atractivo en el viaje. Se llama Chimuelo, más que una mascota es un compañero”. Y enfatizó: “En la mayoría del camino uno está solo, y con él mientras vamos viajando vamos charlando. Hay dias en los que uno está cansado, pero hay que cocinar para él y entonces para mi también, entonces además es un incentivo”.
Fue imposible no consultar como nació la idea de llevarlo consigo: “La idea de llevarlo fue porque cuando salí hacía pocos meses que lo había adoptado, entonces se me ocurrió traerlo. Fue mutuo conocernos: cuando tiene ganas de hacer sus necesidades, cuando tiene frio, cuando tiene hambre y así estamos los dos tranquilos durante el viaje”.
Un desafío contra el clima y el cansancio, pero que tiene un tinte especial hacerlo en bicicleta. Así lo definió Matias: “Lo que más disfruto de viajar son los paisajes: siempre sorprenden. Uno está acostumbrado a rutas llanas donde hay campos y animales, acá hay muchos arroyos donde podes tomar agua, cerros, a veces la inmensidad de una pampa donde no hay nada siquiera un animal, es maravilloso. Ni hablar de los atardeceres y los amaneceres. Conocí la nieve”.
Con una maravillosa argentina y una gran comparía, todo parece perfecto. Pero sobre todo hay una sobrevivencia y un aprendizaje: “En los viajes se aprende mucho: otras formas de trabajar, de comer, conoces gente, otras culturas, a valorar la comida, el agua y el abrigo que es fundamental”.