El desafío amerito una exigente preparación física, técnica y mental, salió con un rotundo éxito y escribió un nuevo capítulo en la historia. Se trató de un salto de 13.000 metros de altura, a 300 kilómetros por ahora y con 100 grados bajo cero de sensación térmica la proeza que hicieron Marcelo Vives, un deportista de San Genaro, y Alejandro Montagna. Los dos argentinos que este septiembre rompieron el record Guinness de caída libre en paracaídas.

Lo hicieron en EEUU, y batieron por casi 3.000 metros la marca anterior. Fue en la madrugada del 9 de septiembre, dos paracaidistas argentinos, Alejandro Montagna y Marcelo Vives, realizaron un salto que quedará grabado en la historia de los deportes extremos. Desde una altitud de 13.000 metros, estos audaces aventureros desafiaron la velocidad, el frío y la oscuridad para romper el récord mundial de salto nocturno en caída libre más alto. Este hito no solo representa una hazaña física, sino también un testimonio del espíritu humano que busca constantemente superar límites.

La preparación para este salto fue ardua y meticulosa. Tras un año de entrenamiento intensivo y una considerable inversión, Montagna y Vives se embarcaron en esta aventura junto a otros expertos, incluido el paracaidista estadounidense Tylor Flurry. Con temperaturas que rondaban los -60°C y una sensación térmica aún más baja, el desafío era monumental. “Tengo 4,500 saltos, pero esto supera todos los hechos hasta hoy”, declaró Montagna.

El récord anterior, establecido en 2019 por Andy Stumpf, fue superado en un salto que se sintió más parecido a un viaje hacia las estrellas que a una simple caída. A diferencia de los saltos convencionales desde 2,000 o 3,000 metros, que permiten un tiempo de caída de aproximadamente 45 segundos, el salto desde la estratósfera se convirtió en una experiencia de adrenalina pura. Con un avión que parecía un cohete y un equipo especializado para el oxígeno, la misión se configuró como un verdadero reto científico y físico.

La logística detrás del salto fue igualmente impresionante. Media hora antes del despegue, los paracaidistas comenzaron a recibir oxígeno para eliminar el nitrógeno de su sangre, previniendo riesgos potencialmente mortales. A bordo del avión, contaron con un equipo de expertos en oxígeno y aviación, incluyendo a Mike Mullins, Director Nacional de la Asociación Norteamericana de Paracaidismo. Cada detalle fue considerado para garantizar el éxito y la seguridad de la misión.

Apenas pasada la 1:20 am hora local, los paracaidistas saltaron hacia lo desconocido y, a las 4 am, celebraron en tierra firme el nuevo récord.

Aunque aún falta la certificación oficial de la Federación Internacional de Aviación, la homologación de la altura por parte de un juez ya les otorga un lugar en la historia del paracaidismo. “Sólo los que trabajaron en este proyecto saben el nivel de detalle y el profesionalismo que hubo atrás. El resto tendrá que limitarse a pensar que estamos locos”, concluyó Montagna, subrayando la pasión que impulsa a quienes se atreven a cruzar fronteras.