Oroño se llamó una localidad ubicada “a la vuelta” de Gessler cerca de Larrechea y de Loma Alta, al margen de la Ruta Provincial 64, que nació un 19 de marzo de 1873 y fue cerrada administrativamente como tal el 7 de mayo de 1957, pasando su territorio a formar parte de Gessler.

De hecho, en 2023 se hubiesen celebrado de manera conjunta los 150 años de ambos pueblos, y de algún modo se hizo ya que se colocó un cartel en la puerta del viejo molino harinero de Oroño, en octubre de ese año.

El nombre de la desaparecida localidad se debe a que “el dueño de estas tierras era Nicasio Oroño, heredadas de su padre Santiago. Esos terrenos, la estancia, las vende luego a los inmigrantes que en este pueblo iniciaron su actividad con mucho ganado vacuno” explicó la historiadora Prof. Silvana Neumann.

Santiago Oroño -1802-1869- fue militar con el grado de capitán, estuvo al mando del Brigadier Estanislao López y gracias a sus triunfos en distintas batallas, recibió como pago muchas tierras, como por ejemplo las heredadas a su hijo.

Luego la investigadora agregó que: “Oroño sostenía que la inmigración debía ser espontánea, la artificial era por ejemplo Colonia San Carlos o Colonia Esperanza, una compañía les hacía firmar un contrato y tenían que devolver un tercio de la cosecha por un tiempo determinado para ser dueños” ante lo cual el gobernador de Santa Fe entre 1864 y 1867 explicaba que “era mejor la espontánea porque el inmigrante pagaba su tierra y se sentía más libre. Los dos primeros años los inmigrantes fracasaron por cuestiones climáticas y por la invasión de vizcachas, Oroño les extendió un año más el pago de las tierras. Había puesto como encargado a Emilio Bocisio, de Coronda, para que siga vendiendo los terrenos que quedaban y le pagaran en cuotas” continuó Neumann.

La decadencia cuantitativa del pueblo de Oroño tuvo lugar al mermar el Molino San Fernando. Luego al dejar de pasar el ferrocarril, empezaron a irse, se desarmaron casas, otras quedaron deshabitadas y se fue extinguiendo la población principal, y pasó otra vez a ser parte de Gessler.

Pero en el medio, otra emotiva historia se entrelazó gracias también a la docente que escribió un libro sobre la historia de ambas aldeas.

El martes 11 de febrero de 2025, es una fecha que quedará en la historia de la región, ya que ese día murió el último habitante nacido en Oroño, don Florentino Sigifredo Santiago Odetti, más conocido como “Celestino” y mejor aún, “Tino”.

A fines de los años 50 del siglo pasado, cuando Oroño dejaba de ser un pueblo independiente, sin embargo, Genoveva Odetti, “Beba”, que vivía a unos pocos kilómetros de la casa de su hermano, junto a su gato, sus dos perritos, un lorito, su jardín y la huerta, se quedó.

Genoveva fue considerada como la última habitante de Oroño, pero en realidad eran dos, sumando a don “Tino”. Sin luz eléctrica, sin cosas cercanas como negocios, igualmente no se fueron del lugar que los vio nacer.

Pasó el tiempo, y primero se fue de este mundo Beba, un 9 de octubre de 2020, en Gálvez, a sus 92 años. El que la sobrevivió fue don Florentino, quien aún vivía cuando Oroño hubiese cumplido 150 años el 19 de marzo de 2023.

A pesar del paso de los años, siguió aprovisionándose en Gessler, Larrechea o Gálvez, en bicicleta o en auto, según la dificultad de lo que buscaba. En Oroño ya no había nada.

Cuenta Neumann que “su sobrina, María Elena Pistone lo visitaba siempre y compartían momentos de charlas, mates y anécdotas familiares. Estuvo siempre y hasta último momento pendiente de su querido tío Tino”. El último habitante nacido en tierra de Oroño, cumplió 81 años el 18 de diciembre de 2024, rodeado por sus mascotas, sus plantas, sus árboles y la historia de un pueblo fantasma al que él le seguía dando alma.

“Tal vez todos necesitamos tener una parte de la mirada de Tino para vivir más relajados. Siempre hay un porqué de cada cosa, Florentino, el último habitante del Viejo Oroño quedará en la mente, en el recuerdo y en el corazón de quienes lo conocimos aceptando su forma de ser y también permanecerá como parte de la historia de toda la región. Un personaje que parecía un poco huraño pero tenía una mirada muy diferente, el valor de lo simple” contaba la historiadora.

“Tal vez todos necesitamos tener una parte de la mirada de Tino para vivir más relajados. Siempre hay un porqué de cada cosa, Florentino, el último habitante del Viejo Oroño quedará en la mente, en el recuerdo y en el corazón de quienes lo conocimos aceptando su forma de ser y también permanecerá como parte de la historia de toda la región. Un personaje que parecía un poco huraño pero tenía una mirada muy diferente, el valor de lo simple”

El 11 de febrero de 2025 no fue un día más para la región. Murió el último habitante nacido en Oroño. Sobrevivió 68 años a la desaparición de su pueblo y se fue en el año en el que se cumplirán dos centurias del nacimiento de su fundador: el corondino Nicasio Oroño.

Se fue él, partió ella, se fue la carne y el hueso, pero dicen los que pasan por ahí que las brisas que se sienten, son los brazos de Beba y de Tino negándose al olvido del pueblo que los vio nacer.