Si en la región hablamos de básquet, inmediatamente nos remitimos a Maciel, donde actualmente vive el histórico Esteban ‘Gallo’ Pérez, donde también se crió y dio sus primeros pasos con la naranja, para luego incursionar en una larga y exitosa carrera deportiva. Fue figura clave del revolucionario GEPU de San Luis que conquistó la Liga Nacional en el 92/93 y medallista Panamericano en el 95 con la Selección Argentina, remera que defendió durante casi 10 años, dándose el gusto de competir ante el Dream Team de Michael Jordan.
En diálogo con IRE, Esteban Pérez hizo un repaso por su vasta trayectoria en el parquet, revivió sus episodios de gloria, los duros momentos que le tocó atravesar y contó sus más curiosas anécdotas, como la vez en que ganándole a Estados Unidos, les cortaron la luz del estadio (año 96) o cuando en un partido de semifinales contra Comodoro Rivadavia orinó en las manos de su compañero de equipo, Juan Espil, quien atravesaba una racha negativa con el aro y de esta loca manera buscaron mayor efectividad (y lo lograron: convirtieron 69 puntos entre ambos).
El anillo nacional
Una de las conquistas que más se le reconoce al macielense es la coronación con GEPU. El club puntano ya había irrumpido en el plano nacional logrando un título en 1991, pero el equipo del 92/93 que él integró dejó una huella imborrable, con un juego innovador para la época y un estilo ofensivo cautivador. “Yo creo que marcamos un antes y un después de lo que era el básquet a nivel nacional”, confió Pérez.
Es que, según Gallo, se trataba de un equipo con poco recambio pero muy completo, donde algunos jugadores llegaban a estar en cancha casi los 40 minutos de partido. Lo que los caracterizaba eran las salidas rápidas y mucha capacidad anotadora desde la línea de tres, fórmula que le sirvió para tener un espectacular año para luego doblegar a Atenas (4-2) en la final. “A mí me quedó marcado para toda la vida. Era un equipo muy completo y tuvimos la oportunidad de ser campeón de la Liga Nacional, que es lo que uno siempre espera”, expresó el alero que todavía está en el Top 10 histórico de los máximos anotadores de la Liga.
En el exterior
Antes de esa primera gloria a nivel nacional, Pérez había emigrado a España en el 89, con 21 años, para liderar el ascenso del Juver Murcia a la ACB, sin embargo las complicaciones con su pasaporte lo enredaron en una contienda que duró casi dos décadas y no pudo seguir jugando en el país ibérico.
Es que siendo nieto de españoles, podía conseguir la ciudadanía y no ocupar la plaza de extranjero, pero quienes se encargaron del papeleo, quisieron acelerar la tramitación y todo terminó en un periplo. “Hubiera sido importante para mi carrera poder haberme quedado en Europa”, lamentó.
“Lo que más triste me pone es que estando en mi mejor momento de carrera, a pedido de los dirigentes de España, renuncié al mundial 90 que hubiera sido titular”, agregó el macielense, que luego en el 96 volvió a jugar como extranjero en la Liga ACB, también para el Murcia.
Selección Argentina y la medalla panamericana del 95’
Pérez vistió la celeste y blanca durante casi una década. Comenzó en el año 87 disputando el Sudamericano de Paraguay, certamen en el que se coronaron campeones con cinco partidos ganados y una derrota, y finalizó en los Juegos Olímpicos de Atlanta en el 96.
La mayor conquista con la Selección fue la consagración en el Panamericano de Mar del Plata. “Tuvimos la suerte de ganarle a Estados Unidos y tener una medalla dorada”, destacó el alero que formó parte del equipo precursor de la Generación Dorada que logró dejar al básquet argentino en lo más alto y en ese sentido, agregó: “Eso nos deja muy contentos, dejaron una marca increíble que todavía sigue y siguen apostando a la selección”.
También puede presumir haberse enfrentado al Dream Team de Michael Jordan, Magic Johnson y Charles Barkley -entre otras fenomenales figuras- en el el Preolímpico de Portland del año 92. Incluso en el Club Alba Argentina inmortalizaron ese momento, colgando una gigantografía dentro del Gigante de la Avenida.
“Ese partido fue increíble, un sueño. Tuvimos una actitud de dejar jugar, de no golpear, de jugar limpio y ellos lo tomaron bien, también nos dejaron jugar. Fue una cosa de locos”, resumió Pérez, a quién le tocó marcar al mítico Scottie Pippen.
Joaquín, su guía
El básquet le marcó el camino para convertirse en un jugador y una persona excepcional, triunfó a nivel nacional y también internacional, pero el que hoy guía sus pasos es su hijo Joaquín, que falleció a los 7 años tras ser atropellado mientras manejaba su bicicleta.
“La pérdida de un hijo es tremenda. Lo sufro día a día, no es fácil. Pero creo que las personas que se van y se van temprano, como me pasó a mí, te marcan la vida y cómo hay que seguir, eso es lo que siento, que tengo que seguir en una línea de paz, de amor, de tranquilidad y de tratar de disfrutar. La felicidad ya no es más plena, siempre te falta algo y no podés sonreír como antes, pero uno trata de disfrutar la vida de otra manera. Es un aprendizaje”, contó profundamente emocionado.
Últimos años y Alba Argentina
El vínculo de Gallo con los clubes de Maciel siempre fue de cercanía, su padre jugó tanto en Maciel como en Alba y él estuvo presente para ambos, aportando su granito de arena. Con los 40 años ya cumplidos, la institución Tripera lo invitó a formar parte de su básquet, donde recordó: “Hicimos todo lo posible y tuvimos la suerte de estar bien. Me sentía bien, cuando estás en un vestuario, podés entrenar y correr a la par de los chicos, es la vida. Uno siempre está cerca del básquet y trata de ayudar, de trasladar lo que nosotros vivimos”.