El 24 de octubre de 2017, Iván Lucas Furiasse asesinó de casi mil puñaladas a su esposa de 33 años y a su hija de 2, en su domicilio de Rosario. Lo detuvieron, pero la justicia lo consideró inimputable y fue internado en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros. Familiares de las víctimas aseguran que hoy vive en San Lorenzo, donde lleva una vida social activa y, debido a que lo consideran peligroso, temen por lo que pueda ocasionar.

Hace dos años, la policía irrumpió en una vivienda ubicada en Villarino al 3784, del barrio rosarino Acindar. Allí, el mencionado Furiasse de 36 años se encontraba en ropa interior diciendo absurdos junto a los cuerpos de su esposa Fernanda Laconca y su pequeña hija Camila. Las había asesinado propinándoles aproximadamente 900 cortes con un cuchillo doméstico.

En la audiencia que se desarrolló el día posterior, el asesino se describió como “el anticristo”. Se dispuso su internación y la realización de una junta médica especial para determinar si su estado de salud mental lo podía llevar a ser juzgado o no. 

Finalmente el fiscal Florentino Malaponte solicitó la absolución del hombre por considerarlo inimputable y que se mantenga la internación en un hospital psiquiátrico, mientras que el juez Héctor Núñez Cartelle dispuso el sobreseimiento, basándose en el informe de las Juntas Especiales de Salud Mental del Ministerio de Salud de la provincia. Vale destacar que al ser sobreseído, no puede volver a ser juzgado por este caso.

El pasado 24 de octubre, cuando se cumplieron dos años de este trágico hecho, familiares y amigos de las mujeres asesinadas reclamaron justicia frente a los tribunales provinciales de Rosario y tras la manifestación, dieron a conocer información acerca de que el asesino está viviendo en San Lorenzo.

“Le dieron el alta definitiva hace tres meses. Nos informaron que él se maneja solo en San Lorenzo en un auto blanco, cuando no podría manejar y va a un club de esa ciudad a nadar todos los días”, contó la prima de la madre asesinada y agregó: “Incluso lo han visto con el padre en la heladería San Remo”.

“Está viviendo en San Lorenzo porque en Rosario ya está escrachado en todos lados”, expresó la mujer, y amplió: “Antes del año de los homicidios el tenía salidas transitorias, iba a Rosario y lo buscaba el padre, lo llevaba, andaba por parques, por shoppings, supermercados grandes y hace tres meses le dieron el alta definitiva con medicación”.

Las redes sociales fueron una herramienta clave para que los cercanos a la mujer asesinada se enteren de estos detalles, ya que en varias oportunidades, distintos usuarios alertaron que lo vieron en colectivos y otros espacios.

“A mi prima y mi sobrina ni siquiera pudieron contarles la cantidad de puñaladas que tenían. Queremos que siga internado y que no salga nunca más; que se muera ahí adentro”, dijo Micaela, prima de una de las víctimas.

Lejos de que eso suceda, este año fue visto en un recital de Abel Pintos en el Parador Turístico de San Lorenzo, luego supieron que va a natación a un club de la ciudad y que maneja un auto blanco, todas actividades que hace solo, cuando debería contar con un acompañante terapéutico.

“El pedido es que tengan cuidado en la zona, porque él es peligroso por más que esté medicado y más si está solo. Tendría que estar con acompañante y donde lo ven, lo ven solo. No queremos que haya una mujer muerta más. No queremos esperar a que mate a otra persona para que termine preso o en un psiquiátrico”, manifestó Micaela.

Asimismo, solicitan que cumpla con la internación en un lugar de máxima seguridad. “A mi prima ya no la vemos más, ni a su nena, pero tampoco queremos que otra familia pase por esto. Es tan grande el dolor y ver a mis tíos muertos en vida y a su otra hija dice que le falta su otra mitad, su hermana, porque Fernanda era un sol”, dijo su prima.

El reclamo es contundente, y la mujer resaltó: “Pedimos que no haya más mujeres muertas como ellas, que tenían entre 700 y 900 puñaladas entre las dos. La ferocidad lo hace declarar inimputable, la misma gravedad del hecho lo hace estar libre hoy, por eso tenemos miedo”.

Si bien fue declarado inimputable, la familia considera que él sabía lo que hacía, porque tal y como relató Micaela “ese día se declaró como el antricristo pero después en la policía estaba bien y dio sus datos. Además esa mañana le mandó Whatsapp a los amigos  y dijo que lo perdonaran que se iba a mandar una cagada. Una amiga tiene todas las capturas de los mensajes. Él lo venía planeando por eso decimos que es un psicópata y un peligro”.

“Queremos que vuelva a un neuropsiquiátrico porque en Oliveros le dieron el alta porque no lo quieren ahí, porque están en contra de la violencia de género, pero lo hubiesen trasladado a pabellones de máxima seguridad de otro lugar, ahora hay un femicida en la ciudad”, enfatizó.

Vale agregar que en la resolución el juez manifestó que debido a sendos cuadros psicóticos agudos, padecidos en el mes de octubre de ese año y uno anterior en el cual se lo tuvo que internar en una clínica de salud mental durante los meses de enero y febrero de 2017, todo ello hace determinar que Furiasse “no ha podido comprender la criminalidad de sus actos al momento de los hechos ni puede comprender ni dirigir sus actos al momento del presente examen”.

En ese sentido, se explicó que “el cuadro clínico presentaba alteraciones de carácter, ideación ilógica, desorganización del pensamiento, alucinaciones psíquicas y que su situación tiene riesgo de cronicidad casi como de un eventual pasaje al acto suicida” y además el juez aclaró que “no se encontraría tampoco definido que tipo de cuadro psicótico se trata, lo que se podría dilucidar luego de un tratamiento, obviamente, en el modo internación en nosocomio monovalente. Se abunda en mantener esa situación hasta que se logre una mayor estabilización de su cuadro psicológico” y además el informe decía que Furiasse presentaba un riesgo para terceros y para sí mismo.

La justicia para dejarlo libre se basó en el 34 inciso 10, del Código Penal, dado que se trata de una persona que no se encuentra capacitada ni puede evaluar con adecuación racional su conducta y sus consecuencias y el Código establece que  “no son punibles, el que no haya podido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia de sus facultades, por alteraciones morbosas de las mismas o por estado de inconsciencia, error, o ignorancia del hecho no imputable, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones”.

Fuente: Síntesis, Flavia Campeis.
Foto: El Ciudadano