A finales de mayo los dueños del El Miguelito les anunciaron a sus empleados que después de mucho intentar debían cerrar sus puertas. Las condiciones macroeconómicas terminaron de ahogar sus esperanzas de continuar con la producción de bici partes y Carrizales se quedaba sin una de las empresas que brindaba mayor mano de obra local. Ahora, ya sin vuelta atrás, ofrecen las máquinas con las que producían para  “poder pagar las indemnizaciones”.

Utilizando las redes sociales Rogelio Bella mostró las máquinas con las que hasta hace unos días creaban asientos de bicicleta y las puso a la venta. El propósito es claro: Pagar las indemnizaciones a los trabajadores. En una seguidilla de tuits compartió el material y no tardaron en aparecer comentarios: Algunos acompañando y dando fuerzas y otros cuestionando.

“Esos fierros son nada más y nada menos que el reflejo de toda una vida de laburo”, resumió. Y ante el dolor del cierre no dudó: “Hacerse el boludo no es opción. Primero por convicción, segundo por la memoria de mi padre y tercero porque somos parte de una comunidad de 1000 habitantes. Somos familia, mi fábrica era mi familia”.

“Esos fierros son nada más y nada menos que el reflejo de toda una vida de laburo”

Medio siglo de trabajo

“Nos quedamos sin venta. Hace de diciembre que prácticamente no estamos vendiendo y lo poco que hemos vendido lo hemos hecho a pérdida. Se terminaron las reservas y llegamos a este punto en que ya no podemos seguir comprando materia prima para producir”, describió en diálogo con IRE.

Fueron semanas intensas, de muchas emociones, donde la nostalgia y la angustia coparon a los dos socios que debieron enfrentar a sus compañeros de trabajo, más que empleados y decirles que dejarían de producir: “Nos duele en el alma. Nosotros con Juan somos la segunda generación acá adentro. Hemos pasado la vida con muchos de nuestros empleados, pero no nos queda otra. No hay más pedido, ni prácticamente regalando los asientos los podemos vender”.

 

Una empresa de familia

Hugo Bella recibió unas máquinas de un proyecto de fábrica de zapatos de un amigo que no prosperó, empezó a pensar qué hacer y encontró un mercado tan interesante como desconocido: Las bicipartes. Después de algunos experimentos y consultas en diferentes mercados, descubrió que podía hacer asientos de bicicleta o en realidad tapas de caucho para los asientos de acero que eran los existentes en la época. Así nació “Tapicería El Miguelito”, en honor a quien le cedió las herramientas de trabajo.

Fueron años de mucho trabajo donde todos los integrantes de la familia pasaron horas e hicieron su aporte. Cuando el proyecto comenzó a crecer se mudó de la casa familiar a un taller ubicado en otro inmueble del pueblo. Al tiempo apareció José Moscarola y junto a sus hermanos le propusieron una sociedad. El acuerdo prosperó y hasta se diversificaron con una fábrica de muebles.

De a poco fueron sumando mercado, empleados y experiencia. Hasta el gran escollo de los 90 “con el advenimiento de la ola de importaciones, comenzaron a ingresar asientos de bicicletas desde el exterior compuestos, a diferencia de lo existente hasta el momento en el mercado argentino, por su base de plástico y funda de PVC. La tapa de caucho que se fabricaba hasta ese momento se volvía, de repente, obsoleta y había que tomar la determinación de una restructuración tecnológica de la empresa para adaptarse a los nuevos tiempos”.

Pero, ante la adversidad del momento Hugo y José decidieron hacer algunos aportes de capital para incorporar nueva maquinaria y matricería necesaria para el desafío. Con el paso de los años y la energía intacta, la fábrica fue mutando y ofreciendo alternativas modernas acordes a la demanda del mercado y convirtiéndose en la única que producía asientos en el país. Un orgullo para los Clarkenses.

En la actualidad, la empresa conducida por José, el hijo de Juan Moscarola y Rogelio, hijo de Hugo Bella, enfrentan un nuevo y crucial desafío en el que más allá de los intentos tienen que tomar la peor decisión de todas: Cesar la producción.