El senado de la provincia de Santa Fe dio media sanción al proyecto que busca declarar Patrimonio Cultural e Histórico Provincial al espacio en que se desarrolló la denominada “Batalla del Mio Mio”, que tuvo lugar en inmediaciones a la localidad de Carrizales.
A través del proyecto de Ley, encomiendan al Poder Ejecutivo que, a través de los organismos pertinentes, disponga los medios necesarios para la preservación del patrimonio y también que diseñe y construya un Espacio Conmemorativo en homenaje a la mencionada batalla.
“El objetivo de declarar al lugar como Patrimonio Histórico y Cultural posee en la actualidad el significado de una nueva forma de propiedad simbólica y tiene como finalidad reconocer el concepto integral de patrimonio, su uso social y como motor de desarrollo, además de la consecuente preservación del mismo”, indica el documento.
Asimismo, el proyecto explica: “El patrimonio cultural se construye por todos los bienes y valores culturales que son expresión que la vida en nuestra tierra, tales como la traición, costumbres y hábitos, así como el conjunto de bienes materiales e inmateriales, muebles e inmuebles, que poseen un especial interés histórico, artístico, arquitectónico, urbano, antropológico y las manifestaciones, los productos y las representaciones de la cultura popular”.
En diálogo con IRE, el senador Hugo Rasetto, señaló: “El país sería otro tal vez en su configuración y organización política si Estanislao López no se le hubiera impuesto en el camino de Lavalle en aquel momento”.
“Lo más significativo para nosotros es la técnica a través de la cual Estanislao López le ganó a Lavalle, lo hizo retroceder nuevamente hasta Buenos Aires, a través del conocimiento de nuestra flora y nuestra fauna, en la zona de Carrizales”, abundó.
En ese sentido, concluyó: “Querer y amar a nuestra tierra hace que sepamos de ella y también que logremos protegerla. Es un hito en nuestra historia, tenemos que jerarquizarla y siempre destacarla. Esperemos que Diputados sancione de manera definitiva esta ley”.
La batalla del Mio Mio
Luego del fusilamiento de Dorrego el 1° de diciembre de 1828 y la autoproclamación de Lavalle como gobernador de Buenos Aires, la Convención Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata desconoció este nuevo gobierno y repudió el asesinato por “alta traición contra el Estado” con que se quiso justificar su ejecución.
La campaña de Lavalle para tratar de controlar a los caudillos federales del interior continuó con una incursión militar sobre la provincia de Santa Fe, gobernada por Estanislao López, hombre de gran prestigio popular que había intervenido en la gesta independentista. Lavalle era uno de los mejores oficiales de caballería del ejército. Había combatido en la guerra con el Brasil, siendo reconocido como uno de los oficiales más importantes en el triunfo en Ituzaingó, batalla que decidió aquel conflicto. Una vez firmada la paz, Lavalle regresó a Buenos Aires. Las tropas con las que contaba eran veteranos de aquella campaña. La caballería era decisiva en las guerras del siglo XIX: derrotarla era la clave para ganar la batalla. López contaba con baqueanos, conocedores no sólo de la geografía del territorio santafesino, sino de su flora y fauna. Gracias a ellos, supo de una planta local, el Mio Mio, popularmente conocida como romerillo, de propiedades curativas sólo cuando es ingerida en la proporción justa, pero que de lo contrario y en cantidad, mata al ganado después de tomar agua.
López esperó a las tropas unitarias cerca de la localidad de Carrizales, en un sitio donde esta planta era abundante. Le colocó a su caballería morrales para impedir que consumieran la planta, y esperó la llegada de las tropas de Lavalle. Antes del combate, los fatigados caballos enemigos pastaron a gusto en la zona. Al amanecer, los jinetes unitarios se encontraron con los cadáveres de sus caballos. El regimiento unitario, superior en número y armamento que los federales, fue rápidamente diezmado.
De esta manera pagaban los unitarios su desconocimiento del país al que querían darle una forma de vida europea, aún contra los deseos de la mayoría de su población.